Lo que viví ayer fue una dulce jornada maratoniana de desfiles. Desde por la mañana hasta bien entrada la tarde estuve en el Museo del Traje de Madrid, dónde se celebraban los primeros desfiles de Madrid Fashion Show Woman. A lo largo de esta semana os iré enseñando lo que dieron de sí las horas en este magnífico lugar. El Museo estaba precioso, no faltaba ningún detalle en sus impresionantes jardines y el ambiente era de lo más cool. Moda en el templo de de las tendencias pasadas y presentes y soñando sobre la pasarela las futuras creaciones que albergará este bello paraje.
Aparcar corriendo, llegar corriendo y sobrevivir a los tacones hasta llegar a la pasarela del desfile. Mi asiento reservado, mirar lo justo, luces que se encienden y música que empieza a sonar. Qué relax intuir La Habana de 1948 de Cristina Piña. Me quedé asombrada como en segundos me teletransportó a la época dorada de una ciudad que brillaba de luminosidad por el día y vibraba por las noches. El blanco como hilo conductor, homenaje a la vestimenta tradicional, la bata cubana, el sombrero de guano, mix de tejidos, pedrerías, brocados... Materiales como el lino, el georgette, la seda, la muselina o la organza. La paleta de colores que tira hacia el melocotón, gran presencia del blanco, aguamarina y oro. Bellísima colección con gusto y clase que sorprendió a todos. Dónde la imaginación fue poderosa y la realidad evocadora al éxito.
Enhorabuena Cristina, hoy has demostrado que la moda española tiene un talento más.
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¡FELIZ MARTES!
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